¿Está siendo difícil conseguir que su hijo pase de los potitos a alimentos sólidos? ¿Es misión imposible que pruebe alimentos nuevos y que siempre prefiera los mismos? ¿La hora de la comida se ha convertido en un momento muy desagradable ? Es muy posible que se encuentre ante un trastorno de selectividad alimentaria.
¿Qué es la selectividad alimentaria? Se define como el rechazo a determinados alimentos, ya sea por su olor, textura, sabor, color o temperatura. Esta dificultad puede ser debida a varios factores como son problemas de conducta, problemas de integración y/o modulación sensorial, maduración neurológica o dificultad en las habilidades motoras orales.
Las señales de alerta ante este posible trastorno pueden ser: comer muy despacio y cantidades pequeñas; acumular comida en la boca; muecas de asco; dar arcadas y escupir; tener miedos específicos a vomitar, asfixiarse o atragantarse; rechazar alimentos por su olor, textura, color o sabor; presentarse conflictos familiares mediante fuertes rabietas…
Este tipo de trastorno afecta directamente al desarrollo global del niño y estado psicológico de los padres, provocando que sea una fuente tensión, de culpabilidad y sentimiento de incompetencia, problemas de peso y salud, trastornos de desarrollo y comportamiento, largas horas dedicadas a alimentar, consultas médicas, sueño perturbado…
Desde el área de terapia ocupacional nos encargamos de encontrar la fuente del problema mediante entrevista directa con la familia y análisis de todo el proceso de alimentación desde bebés hasta la actualidad; y valoración funcional del menor. A partir del proceso de valoración se establece un plan de intervención individualizado con objetivos de trabajo. Las sesiones pueden ser de intervención individual o grupal, siendo imprescindible la participación activa de la familia durante el proceso de trabajo.